Medio siglo de leyenda hecho historia en un libro de Antonio Brevers.
Juanín y Bedoya, dos personajes, a caballo entre el mito y la Historia, que sin duda han permanecido vivos en la memoria de la inmensa mayoría de los cántabros, y de muchos españoles, aunque estos hubiesen nacido años más tarde de su desaparición. Buena muestra de ello ha sido el enorme éxito cosechado por el espléndido libro de Antonio Brevers que lleva por título: Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros, obra que ha visto la luz precisamente en el año que se cumple el cincuenta aniversario de los dramáticos sucesos con los que se puso fin a la larga permanencia en el monte de tan recordados personajes.
OBJETIVIDAD Y RIGOR.- Con este libro, además de aportarnos luz sobre las misteriosas muertes de sus protagonistas, el autor ha querido trasmitirnos sus inquietudes, esforzándose en dar otra oportunidad al lector para facilitarnos una mejor comprensión de la historia al revisar unos hechos acaecidos, hace relativamente poco tiempo, sin alterarlos ni dulcificarlos; con la sana intención de que entendamos mejor todas y cada una de las partes que allí convivieron.
Misteriosas muertes.
Todo tipo de conjeturas y cábalas surgieron con la muerte de Juan Fernández Ayala, Juanín, el 24 de abril de 1957, en Vega de Liébana, tras un encuentro con la Guardia Civil en las afueras de dicho pueblo. En voz baja se citaban varios nombres bajo sospecha de haber señalado el paso del guerrillero a las Fuerzas del Orden, a cambio de la suculenta recompensa (medio millón de pesetas) que por ellos se ofrecía.
No menos misteriosa resultó la muerte de Francisco Bedoya, en medio de un operativo policial cuyos últimos pasos se iniciaban un frío domingo, día 1 de diciembre de 1957, aproximadamente a las siete y media de la tarde, según informó puntualmente nuestro periódico: “entre La Madrid y Cabezón de la Sal, el Bedoya acudió al encuentro. Parecía confiado y tranquilo. Vestía una larga gabardina oscura sobre un pantalón azul; cubría su cabeza con una boina y no parecía, por el blanco color de su tez, haber permanecido últimamente mucho tiempo al aire libre. Fidel, su hermano, le puso sobre los hombros el grueso chaquetón de cuero que había adquirido de Santander…El Bedoya se situó en la parte trasera del vehículo, como paquete, mientras José San Miguel, su cuñado, se encargaba de la dirección. Entre ambos colocaron un paquete de gran tamaño que contenía efectos personales, vendas, colonia y otras cosas de aseo personal. En la parte izquierda del vehículo se veía una cartera de cuero negro. Paco Bedoya se puso unas gafas de motorista, caló su boina hasta las cejas y se dispuso a salir por primera vez de la provincia”.
Pero una potente ráfaga de ametralladora, disparada por la Policía desde un coche en marcha, detendría a la moto y sus ocupantes en el tramo de carretera comprendido entre el pueblo de Oriñón y el langostero de Islares, saldándose con la muerte del conductor, José San Miguel, y causando gravísimas heridas a Francisco Bedoya, que no le impidieron realizar un último y desesperado esfuerzo y escalar hasta lo alto de monte Cerrado, ascendiendo más de 400 metros de cota, donde fallecería a la mañana siguiente en el transcurso de la descubierta llevada a cabo por numerosos agentes de la Guardia Civil.
Antonio Brevers ha pretendido ponernos, precisamente por la perspectiva que da el tiempo transcurrido, en el lugar y circunstancias personales de cada uno de los protagonistas que figuran en esta obra, sea cual fuere el lugar y modo que le tocó vivir; y, sobre todo, situarle en aquel tiempo, tan distinto al actual.
Equipo de TVE durante el rodaje de la serie documental "La Memoria Recobrada", junto a Gutiérrez Aragón, Antonio Brevers y el emblemático Jefe Guerrillero Martín Santos Marcos, "el Gitano".
PRÓLOGO DE MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN.- La obra, respaldada por el Gobierno de Cantabria y por el Ayuntamiento de Torrelavega, está prologada por Manuel Gutiérrez Aragón, con quien el autor trabajó como guionista en la serie documental producida por TVE La memoria recobrada; concretamente en el capítulo que se ocupó sobre el fenómeno del maquis en España y, en especial, de la figura de Juan Fernández Ayala y “los del monte”. Cuenta con más de seiscientas páginas y acabado en sobrecubierta y tapa dura. En ella se pueden contemplar una gran selección de fotografías inéditas, de gran valor histórico, así como planos y documentos complementarios, tanto públicos como privados. Como dato original a destacar hay que mencionar que están publicadas más fotos, mapas y documentación complementaria en la página de internet http://www.juaninybedoya.es/.
Historia viva.
Podríamos referirnos a él como un libro épico; en el que el lado humano sobresale a la idea preconcebida que de los personajes se pueda tener por el simple hecho de haber vivido en este periodo y ambiente de posguerra. La acción se desarrolla en nuestra Cantabria más cercana. En donde abunda la intriga, la emoción, la amistad, la ternura, los amores imposibles, los sucesos audaces y espectaculares, otros crueles y extremadamente sanguinarios. Pero sobre todo mucha historia real: basada en el aproximadamente centenar de entrevistas realizadas a sus auténticos protagonistas y en millares de documentos inéditos, tanto judiciales, policiales como privados.
La sorprendente y oportuna aportación documental imprimirá un ritmo trepidante a una investigación en la que el lector se verá inmerso. De esta forma Antonio Brevers consigue hacer cómplice al lector de sus propias indagaciones, al tiempo que poco a poco de forma magistral le va envolviendo haciéndole partícipe en un entramado de pasiones y enredos, todos ellos reales y con personas corrientes; y cuyas diferentes personalidades pueden percibirse a través de sus fotos en el índice de personajes del final del libro. Parte de la inquietud del propio narrador- investigador, que en realidad es el propio autor, y está contado en primera persona y de forma cronológica; siguiendo la actividad biográfica de Juan Fernández Ayala y sus compañeros, en especial los sucedidos junto a Francisco Bedoya Gutiérrez.
Con arreglo a esta ordenación lineal se van entrelazando sucesos destacables, algunos aparentemente inconexos entre sí, y el propio desarrollo de la investigación. Mediante pies de página, se hacen aclaraciones y breves reseñas a la evolución de las cuestiones internacionales de la posguerra mundial, y la española en particular. Se suceden un gran número de hechos históricos, relatados por sus propios protagonistas, tanto del movimiento guerrillero, como de otros muchos estamentos sociales que reflejarán un modo de vivir, y pensar, sin cuyo conocimiento no sería posible situarse adecuadamente en la época en que sucedieron los hechos objeto de estudio.
A través del libro de Antonio Brevers sobre Juanín y Bedoya, y un gran número de compañeros de monte y otros líderes de la guerrilla, como Martín Santos Marcos, “El Gitano” o Inocencio Aja Montes “El Vasco”, quedan fielmente reflejados los casi veinte años de existencia del movimiento guerrillero de posguerra en España; en sus cinco etapas más representativas:
La Primera (1.936-1.939) que viene protagonizada por quienes con la caída de los frentes republicanos intentaron debilitar la retaguardia franquista o, sencillamente, salvar sus vidas ocultándose en los montes españoles.
A estos grupos de “huidos” se unirían durante la segunda etapa (1940-1.944) los evadidos de los Destacamentos Penitenciarios y aquellos que intentaron alejarse de la feroz represión a la que eran sometidos. Resistirían, generalmente, cerca de sus hogares, gracias a la ayuda de familiares y amigos y a pequeños golpes económicos. En menor medida, se les fueron incorporando quienes, por una mayor conciencia política, creyeron poder derrotar militarmente al franquismo con el apoyo de una insurrección popular.
La tercera y más importante etapa (1.944-1.948) tuvo su inicio con la invasión de exguerrilleros españoles de la resistencia francesa (“Maquis”) a través del Valle de Arán, bajo la dirección del PC. A pesar de su estrepitoso fracaso, la lucha armada consiguió propagarse estimulada ante la posibilidad de un levantamiento popular contra Franco y a la esperada intervención de las potencias vencedoras en la II GM. Asimismo, el PC desde el exilio intentó incorporar grupos de expertos políticos militares para intentar mejorar la organización Guerrilla.
Durante la cuarta etapa (1.948-1.952) este movimiento entró en su fase de decadencia, propiciada por la desmoralización ante la falta de respuesta popular y abstención de las potencias aliadas, sobre todo, a partir del inicio de la guerra fría. A todo ello se sumó el efecto fulminante de las recién creadas Contrapartidas de la Guardia Civil (finales de 1946) y la decisión del PC desde Francia del abandono de las armas. Sin estos apoyos, un buen número quedó abandonado a su suerte en los montes.
Durante la quinta etapa (1.952-1.957), quienes no consiguieron salir del país o pasar a hacer vida de “topos”, sobrevivieron mediante el robo y el secuestro hasta ser detenidos o abatidos en encuentros armados; limitándose el final de dicho periodo a las actuaciones de Juanín y Bedoya, con cierta repercusión en la prensa internacional, lo que llevó a la Dirección General de la Guardia Civil a reunir en Cantabria, con carácter forzoso, a un grupo selecto de especialistas para su busca y captura, la mayoría antiguos jefes de las ya disueltas contrapartidas.