jueves, 31 de julio de 2008

"Juanín y Bedoya ya son tres" (dedicado a Ismael Gómez San Honorio).

Norberto García / Rakeros / 31 de julio de 2008
Me van a permitir que ésta sea una caverna diferente. Ustedes saben tan bien como yo, que siempre comienzo con aquello de …”Hasta mi caverna han llegado estos días los ecos de …” Pues esta vez no. Hasta mi caverna no ha llegado ningún eco sobresaliente sobre el fallecimiento de Ismael Gómez Honorio, persona para muchos casi anónima, pero para algunos personaje que con todo honor ha entrado en la leyenda por ser el hijo del famoso Bedoya, aquel mítico guerrillero antifranquista que junto a Juanín protagonizó la más épica de las historias de los maquis de la posguerra española.

La historia de Ismael, Maelín, se escribió desde su inicio con tintes de tragedia y sobresalto. Con cinco años tuvo que huir junto a su madre Leles a la lejana Argentina para evitar las represalias de la Guardia Civil por ser el hijo del joven emboscado, protagonista de mil y una aventuras, y acusado públicamente por el régimen de crímenes y asaltos por doquier. (Por cierto, nada más reparador para su persona y para la justicia histórica, que el magnífico libro de Antonio Brevers “Juanín y Bedoya: los últimos guerrilleros” que le restaura su perfil humano lleno de sensibilidad. Algo que la interesada prensa del momento se empeñó en adulterar).

Es pues la crónica de un obituario. El adiós de un ser entrañable. La tarde del veinticuatro de julio un mal injusto y cruel le empujó para siempre hacia otro lugar. Tuvo que ser en verano cuando el calor separa las cosas, las aleja y las arrastra. No hay necesidad de ser pintor para dibujar una sonrisa en un rostro triste, pero en mis ratos de ocio y con los pinceles de mi corazón, le pintaré con barba blanca y prominente calva; con su serenidad, con su aspecto afable y con kilos de bondad para dar y tomar. Su marcha nos empapado la emoción en agua, y con la angustia de su ausencia parece como que cuesta más respirar. Ismael corrió demasiado los últimos días para llegar primero a ese lugar donde las flores son de mil colores y los atardeceres rojos nos recuerdan que la vida no es más que un conjunto de tirones hacia delante y hacia atrás.

Desde hoy, Ismael dormirá cada noche encamado entre los helechos del Saja, en los abrigos rocosos de la Sierra del Escudo y tendrá su casa en el Monte Corona, junto a su padre y a Juanín. Por eso se dio tanta prisa en marchar. Fueron muchos años persiguiendo una historia que entre todos le ocultaron y que inexorablemente le devolvía a su niñez. Una historia que, su amigo Antonio Brevers (un hijo para él), le supo contar con el cariño de la mejor abuela, paso a paso y con mucha ternura. Una historia, la de su padre, que le encendía el brillo de los ojos con tanta fuerza que le hacía emocionarse con frecuencia y querer saber un poco más, para quererle un poco más cada día. Fueron muchos años sin tenerle y había que recuperar el tiempo perdido.

Cuando su padre fue abatido a tiros, como un animal, aquél dos de diciembre del cincuenta y siete en el monte Cerredo, le dejó marcado un rastro para reunirse con él, con su Maelín, y surcar juntos, algún día, todos los caminos sin tener que huir de nadie. Sólo por el puro placer de amanecer abrazados en cualquier altozano o sentarse a comer al lado de un río de aguas frías y cristalinas.

Dicen los ciervos de Palombera, los urogallos de Saja y las ardillas de Liébana que la sombra de Juanín y Bedoya sigue vagando por sus bosques día y noche. Que se dejan ver casi a diario entre hayedos y robledales, pero que un niño juguetea a su lado y que la mano del Bedoya aprieta fuerte la de un chavalín feliz.

Juanín y Bedoya nunca se fueron del todo, pero ahora ya son tres.

jueves, 17 de julio de 2008

Presentación cruzada de "Juanín y Bedoya" en la 21 edición de la Semana Negra de Gijón.

De izquierda a derecha, Paco Ignacio Taibo II (fundador de la Semana Negra), Juan carlos Arce, Juan Ramón Biedma y Antonio Brevers

A Quemarropa / 17 de julio de 2008.
La Semana Negra miró ayer hacia atrás para recordar ediciones pasadas. La utilidad de la literatura, el mal, los monstruos, los protagonistas… Durante los últimos años el festival literario se ha fijado en un solo tema para exprimirlo al máximo y después obtener conclusiones. En la tarde de ayer dos autores se acercaron a la carpa de encuentros para presentarnos sus obras, ambas ambientadas en la Guerra Civil española. Si hace un par de años, Paco Ignacio Taibo II quiso desempolvar esas historias que muchos otros fueron ocultando bajo la alfombra, en la jornada de ayer hubo de nuevo tiempo para pasar la aspiradora. Así, el propio Director de la SN y Juan Ramón Biedma realizaron una presentación cruzada de Juanín y Bedoya, los últimos guerrileros, de Antonio Brevers y de La noche desnuda, de Juan Carlos Arce.

Mientras Taibo II recordaba que Juanín y Bedoya eran dos combatientes republicanos de poca trascendencia, pero su voz es conmovedora, es la voz del pueblo, Biedma aseguraba que Antonio Brevers tiene una gran virtud como escritor, y es que plantea maravillosamente los enigmas. Su obra es el cuaderno de campo de una búsqueda, abre numerosas incógnitas y por eso el libro contiene las claves del thriller más abierto. Antonio Brevers agradeció a la SN su invitación y la calificó de proyecto maravilloso. Después, habló de su libro. Juanín y Bedoya, los últimos guerrileros es un ensayo en el que Brevers demuestra una tremenda capacidad investigadora. El autor ha rastreado, preguntado y repreguntado para presentar la historia de la desesperada apuesta por la supervivencia de dos míticos resistentes en la España franquista de posguerra. En palabra de Brevers se trata de una historia cercana. Me he encontrado muchas veces al llamar a las puertas a gente con miedo, a gente que estaba todavía avergonzada porque su padre había sido bandolero. Esas personas no deben agachar la cabeza, deben estar orgullosos de lo que hicieron sus familiares. Asimismo, Brevers explicó como el propio hijo de Bedoya se marchó a Argentina con 3 años y como a los 18 su familia le seguía ocultando muchos pasajes de la vida de su padre. Con esta obra, Antonio Brevers consigue recordar, pero recogiendo las historias y los testimonios desde el lado más humano. La sucesión de relatos, las imágenes, la humanidad, la cercanía y la trama propia de la novela más negra dan forma a una obra sin duda no caerá en el olvido.

Y llegó el momento del cruce, del salto de una novela a otra. Tras Brevers, llegó el turno de Juan Carlos Arce, que resumió en poco menos de 15 minutos y ayudado por la chuleta cómo es La noche desnuda. El autor explicó que su novela está protagonizada por dos personajes notables que se cruzaron en la Barcelona de 1937, el autor británico George Orwell, que se alistó como aliado en el bando republicano y Andreu Nin, líder del POUM (Partido Obrero de la Unificación Marxista). Arce quiso comentar al público detalles de la vida de Nin y también de Orwell para que nada quedara en el aire. Nin fue hijo de zapatero y tuvo una vida singular. Vivió diez años en Moscú, formó parte del soviet, del partido comunista, pero en un momento dado Stalin le expulsó por decir lo que pensaba. Después llegaría a España para dirigir el POUM y fue incluso conseller en la Generalitat de Catalunya. Fue secuestrado, torturado, asesinado y después se ocultó su cadáver. Crueldad, desprestigio, muerte y olvido.

En cuanto a Orwell, el autor quiso destacar que llegó a España para luchar en el frente, para coger el fusil. Creía que debía ayudar a los republicanos a luchar contra el fascismo, pero luego se dio cuenta que la lucha no era sólo contra el enemigo fascista, sino también contra los que no estaban de acuerdo con Stalin. Y es que Orwell era militante del POUM, y allí coincidió con Nin. Tras el asesinato de Nin le tocó el turno a los militantes, a los que persiguieron, encarcelaron y en muchos casos asesinaron, aunque en un juicio que a priori podría parecer una pantomima, los jueces supieron ser independientes. Orwell no cayó en el frente a pesar de ser herido en el cuello, falleció en 1950 de tuberculosis. También de él queda su obra, como Rebelión en la granja y conceptos hoy modernos como Big Brother. La obra de Arce nos acerca a la médula de la reciente historia de España y nos golpea con saña en el cerebro para que seamos capaces de aprender de errores y actitudes pasadas, que aunque parezca ficción sucedieron muy cerca.

lunes, 14 de julio de 2008

El libro de Antonio Brevers en el programa de Carlos Sobera.

"Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros", en el programa "date el bote" de Carlos Sobera (ETB-Vasca).