domingo, 14 de diciembre de 2008

Despedida con sonidos de Cantabria y ultramar

Alerta /14 de diciembre de 2008.
«Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido...»,
dice la canción de Alberto
Cortez. Tal vez por eso uno se
resista a borrar de la agenda
del móvil cierta entrada con el
cariñoso apelativo de ‘Maelín’,
o sus certeros SMS, o la
infinidad de mensajes de esa
cuenta suya de correo a la
que el dispuesto hado supo
dar buen uso, uniéndonos...
Mensajes que desde el
primero conservo.


No ha sido preciso hacer el menor esfuerzo
para recordar la última vez
que estuvimos juntos. Fue dos o tres
días antes de mi viaje a Gijón, a la ‘Semana
Negra’, con motivo de la invitación de su
fundador, Paco Ignacio Taibo II, para presentar
mi trabajo... «Cuando vuelvas quiero
una crónica de-ta-lla-da» –me dijo Ismael remarcando
la última palabra, tan ilusionado
como siempre con cada nueva noticia relativa
al libro. Recuerdo que entonces le respondí
en broma con un: «¡A sus órdenes!», mientras
me cuadraba ante él exagerando cómicamente
el gesto, en un intento de levantar
su ánimo. Después, por continuar con el tono
de chirigota, saqué una foto que llevaba en
el bolsillo y se la enseñé. En ella aparecía un
bigotudo veraneante, con gafas y sombrero,
plácidamente sentado en una tumbona
de playa, muy concentrado en la lectura de
‘Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros’...
A continuación le propuse a Maelín que intentase
averiguar la identidad del personaje,
mediante el típico juego infantil de recurrir a
pistas, más de una falsa para alargar la broma,
y al ‘caliente o frío’... Nuestras carcajadas
se entremezclaban con cada una de sus respuestas,
en especial cuando salió a relucir el
nombre de Carod Rovira, con quien sin duda
el personaje misterioso tenía cierto parecido...
«¡Es Txema!», le dije al final, refiriéndome a
mi buen amigo Txema Prada, diseñador de
la portada del libro que sostenía en alguna
playa malagueña... Hacía poco tiempo que les
había presentado por teléfono, durante una de
mis anteriores visitas a Ismael, precisamente
debido a una torpeza de Txema sobre la tecla
de su móvil, pues en realidad intentaba
llamar a otro Antonio. Ya el teléfono, en su
aparente intención de echar una mano con
las presentaciones pendientes, por medio de
otra casualidad había hecho lo mismo con el
misterioso RPD*, a quien Ismael, como ocurrió
con Txema, pudo llegar a conocer al menos
a través del auricular. Invariablemente,
machacones contratiempos y la inevitable
distancia frustraron cuantos intentos de encuentro
llegamos a planificar.
Cómo imaginar que aquella divertida visita
a Ismael, la de la foto del enigmático bigotudo
con sombrero, iba a ser la última. Y
que, como tantas otras cosas, suspendida
también iba a quedar la cercana excursión
de todos los veranos a Pumareña (Liébana),
en compañía de nuestros amigos José Ángel
y Cecilio, con quienes en su día conocimos
Llandelestal y el emocionante encuentro entre
Samuel (padre de Cecilio) y Paco Bedoya,
tras la muerte de Juanín.
«Aunque sea en silla de ruedas, yo voy a
Pumareña –me insistía Maelín en la despedida–.
Y este fin de semana a mi pueblo, con los
chicos. Quiero que lo conozcan»... refiriéndose
a Abanillas, pueblo natal de Ismael y de su
madre Mercedes San Honorio, Leles.


Hacia Abanillas
Hace relativamente poco, llevado en parte
por cierta nostalgia, estuve repasando algunas
de las grabaciones de mis conversaciones
telefónicas con Leles... En la primera de ellas,
Leles me hablaba, desde Buenos Aires, de lo
desconocido del paradero de su hijo: «Unos
me dicen que ha podido volver a Argentina,
otros que sigue por España...». Pronto pude
darle noticias de Maelín a Leles, restableciéndose
al poco tiempo el contacto entre madre
e hijo, temporalmente roto por una de esas
nimiedades que acaban en enorme bola de
nieve... Escuchando en tanto frases del tipo:
«Mejor, de momento, no le diga a Ismael que
habla conmigo», a quien a su vez yo dejaba
caer otras como: «¿Sabes algo de tu madre?
¿Por qué no llamas a Leles?», para terminar
mis idas y venidas al descubierto, como era
previsible, en cuanto Ismael, con el paso del
tiempo, comenzó a enviarle a su madre fotos
de nuestras salidas familiares de fin de semana...
«Ah, ese Antonio debe de ser el que
me llamaba...» –le comentó cándidamente y
sin previo aviso Leles a su hijo... Pero valió la
pena verse metido en semejante embrollo.
Y hacia Abanillas partió Ismael acompañado
de sus hijos Magalí y Fernando, junto
con su yerno Carlitos al volante, el domingo
13 de julio del presente año. Día en que en
la pantalla del móvil apareció ese cariñoso
apelativo, que uno se resiste a suprimir de la
agenda, anunciando una llamada suya: «Al
final vine de excursión con mis hijos... en la
sillita –comenzó diciendo ‘Maelín’, del todo
dicharachero y feliz–. ¿A que no sabes desde
dónde te llamo?...». Por el modo de preguntarlo,
y la intensidad de sus palabras, más que
una pregunta fue una invitación a continuar
la frase: «Desde las Carrás» –le respondí sin
dudarlo–. «¡Desde las Carrás! –remarcó él
inmediatamente–. Bueno, los chicos han entrado,
yo estoy aquí en el camino, en la sillita
(risas)... ¿Sabías que han hecho una canción
sobre Juanín y mi padre?»–. Seguramente llevado
por la emoción sus palabras comenzaron
a atropellarse, cosa impropia en él.
Recuerdo que dos veces al menos le hice
repetir un nombre: Aura Kuby.


Hados del destino
¿Las cosas pasan porque tienen que pasar?...
Desde luego ni Ismael ni sus hijos tenían previsto
hacerlo ese domingo por San Vicente
de la Barquera, decisión casual tomada en el
último momento.
Aura Kuby y su grupo ponían brillante colofón
al Tercer Festival de Folk Cantabria Infinita,
cuando hasta los oídos de Carlitos llegó
el estribillo de una canción, cuya letra le
sonó familiar: «Yo creo que han dicho algo de
Juanín y Bedoya» le comentó al resto con su
marcado acento argentino. Todos asintieron
y juntos se pusieron camino del escenario de
donde provenía la música, que cada vez llegaba
hasta ellos con más fuerza.
Sin duda, esta vez el hado tuvo que trabajar
a destajo. Dieciocho grupos, tres días de
conciertos, tres escenarios (dos en la zona del
aparcamiento de la playa del Rosal - Merón y
un tercero en la Plaza Mayor)... Mucho hubo
de afinar sus dados para que Aura Kuby y su
grupo interpretasen esa canción en el escenario
de la Plaza Mayor, ese último día del festival
y en ese preciso momento...
«¿Y, qué tipo de música hacen?» -le pregunté
a Maelín- «No sabría decirte -respondió-, de
la de antes, pero como de ahora... Ya la oirás.
Me van a enviar la canción».
En días sucesivos nos llamamos durante mi
estancia en Gijón, sin saber que la semana negra
estaba aún por llegar... «¿No sabes? ¡Ya tengo
la canción!... Me la han enviado por e-mail.
Tienes que escucharla... ¡Está fenomenal!».
Y como estaba previsto, fue en la cocina de
su casa donde por primera vez la escuché, pero
ya sin Ismael. Allí también pude verlo, gracias a
una pequeña grabación hecha con un teléfono
móvil, en su silla, dirigiéndose hacia el escenario
mientras comprobaba que, en efecto, les
cantaban a Juanín y su padre. Con esa cara de
niño a la que me tenía acostumbrado en cada
descubrimiento. Camino del abrazo emocionado
que Aura y sus compañeros le tendieron
al escuchar de sus labios: «Hola. Soy Ismael...
El hijo de Paco Bedoya».


Sin saber cuál era tu canción
El domingo 27 de julio, fecha en principio elegida
para viajar a Pumareña, al pie de los preciosos
acantilados del Volao (Toñanes) entregamos
las cenizas de ‘Maelín’ al Cantábrico.
La noche anterior me había llegado un email
de ultramar, desde la Argentina, con un
mensaje de sus primos Ramiro y Luis Rodrigo
San Honorio, a quienes tan triste noticia dejó
«recordando palabras viejas» y escribiendo su
adiós: «Hoy te fuiste, primo mayor/ Sin encanto
y sin palabras/ Desilusión/ Sin saber cuál era tu
canción.../ Hoy te fuiste así... no más».
Su canción no era otra que ‘Vivan Bedoya y
Juanín’, un regalo inesperado del compositor
Fran Lausen Gabilondo, reconocido músico del
País Vasco de amplia trayectoria, a su amigo
Manuel Callejo, acordeonista de Aura.

*RPD, personaje cuya identidad no es desvelada,
a petición suya, en la obra «Juanín y Bedoya,
los últimos guerrilleros».

sábado, 29 de noviembre de 2008

'Los escondidos' un corto sobre maquis y lucha por la supervivencia en Liébana.

El cineasta Julián Díaz prepara el rodaje de un corto sobre el maquis titulado “Los escondidos”, trabajo que, en palabras de su propio autor, se centra en: “dos personajes al límite en la España del año 1942, pero que bien podría situarse en cualquier otro lugar del mundo y en cualquier otra guerra la lucha desesperada por la propia supervivencia. El guión original es de Miguel Ángel Fernández y supone otro gran reto no sólo por el vestuario la ambientación, y los personajes. Sobre todo es un reto porque queremos grabar en los bosques de Liébana y en los Picos de Europa, paisajes que sin lugar a dudas, darán una gran belleza a la fotografía. Estoy muy ilusionado con este proyecto. Iniciaré el rodaje de la película en 2009 y los actores ya están seleccionados”.

El Diario Montañés.

miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Juanín y Bedoya, fuera de la "acción represiva" del Estado Franquista?

Javier Pradera / El País / 22 de octubre de 2008.
El fiscal de la Audiencia Nacional elevó ayer a Sala de lo Penal un recurso contra el auto dictado -dentro de las diligencias previas 399/06- por el juez Garzón, que se declaró competente para conocer las denuncias sobre los crímenes de los sublevados durante la Guerra Civil y de la "acción represiva" del Estado franquista hasta 1951. El ámbito temporal cubre desde el 17 de julio de 1936 hasta diciembre de 1951, fecha que marcaría la liquidación del maquis (pese a que los últimos emboscados de Cantabria, Juanín y Bedoya, sobrevivieron hasta 1957). [...] (Ver resto del artículo)

"El emboscado", canción dedicada al maquis en Cantabria.

Los del monte.
Existe un antecedente de canción dedicada a la Guerrilla en Cantabria, se trata de “el emboscado”, compuesta por el carismático compositor cántabro Marcos Bárcena, incluida en el año 2001 en el disco “Lugas”, del disuelto grupo Atlántica (hasta entonces liderado por Kate Gass y el propio Bárcena). «Una canción dedicada a las personas que tras la última guerra civil se hicieron maquis y lucharon por la libertad. El último emboscado cántabro murió en el año 1957, dieciocho años después de acabar la guerra. La letra y música son de Marcos y nos cuentan la vida penosa luchando en solitario por las brañas y cordilleras de Cantabria».

No hay más que ver la letra para apreciar que, además de al maquis en general, rinde tributo al mítico guerrillero Juan Fernández Ayala, “Juanín”.


Huyendo de la injusticia
Y de la sed de venganza
Al terminar la guerra Empezaron sus andanzas.
Luchador infatigable

Buscó en los Picos de Europa
Refugio entre las montañas
Donde escapar de las tropas.

(Estribillo)
Obligado a echarse al monte

Escapó como las cabras
Para algunos fue bandido

Para otros héroe con causa.

Pasó así dieciocho años

Viviendo como un raposo

Donde la vida era dura

Caminando sin reposo.


Durante todo ese tiempo

Se ayudó del estraperlo

También de robos y atracos

Y nadie logró cogerlo.


Estribillo

Pero más que un delincuente
Luchó como un guerrillero

En un solitario frente

Para no ser prisionero.

Muchos de sus compañeros

Hartos de ser perseguidos

Huyeron de su país

Para no ser abatidos.

Estribillo

Sin embargo algunos otros

No tuvieron tanta suerte

Les sorprendió en el camino

Una prematura muerte.

Aun resuena por los aires

De los altos y las brañas

El llanto del emboscado

Que vivió entre las montañas.


La melodía irlandesa en la que el autor se inspiró para componer el fondo musical se llama "Mist in the Mountain" (Niebla lluviosa en la montaña).

La canción “el emboscado” fue empleada en el año 2006, junto a otras melodías del grupo Garma (formación resultante tras la desaparición de Atlántica), en la banda sonora del capítulo “los del monte”, de la serie documental de TVE “La memoria recobrada”. Con guión de Alfonso Domingo y Antonio Brevers.

"Vivan Bedoya y Juanín".

Los del monte.
Manuel Callejo, acordeonista del grupo de Aura Kuby y líder del grupo cántabro de tex-mex Los Castos, tuvo la feliz idea de pedirle a su amigo Fran Lasuen que compusiera una canción dedicada a Juanín y Bedoya y al resto de componentes de la “Brigada Machado”. Canción incluida en el disco de Aura Kuby “Sonidos de Cantabria y Ultramar” que a comienzos del próximo mes de diciembre verá la luz.

A LA “BRIGADA MACHADO”,
A JUANÍN Y BEDOYA,
A XABIER RECALDE.
A los 50 años de la muerte de Juan Fernández Ayala, “Juanín”.

(Potes 1917-Vega de Liébana 1957)

Del cincuenta y siete, abril
miércoles y veinticuatro
¡Alto a la Guardia Civil!
sonó de noche en la Vega,
llegando en Líebana el fin,
de la “Brigada Machado”;
en la curva del molino
quedó Juanín recostado.

Sirva este humilde cantar
como homenaje y recuerdo
a todos los emboscados
que hasta el final resistieron,
soñando un mundo mejor,
a los fuegos del infierno,
siendo en la Sexta Brigada
del Norte los Guerrilleros.

Vientos penosos soplaban,
mejores los venden hoy,
y aunque el mundo se desangra
bolas a contar no voy;
platico con el planeta
y en esta conversación
hambre, suplicio y dolor

es casi lo que me cuenta.

Súbditos de monarquía,

regalo del dictador,
olvido, amnesia y porfía
costumbres de ganador.
Nos es preciso vivir
en el maquis cotidiano
sólo por la dignidad
que merece el ser humano.

Por todos los que se fueron
creyendo en la humanidad
¡salud! de un republicano,
y no se te olvide hermano
que todo tiene su fin
y aún pareciendo baldío,
con la esperanza en la mano
¡vivan Bedoya y Juanín!
ESTRIBILLO:

Y todo tiene su fin

y aún pareciendo baldío
con la esperanza en la mano
¡vivan Bedoya y Juanín!



Compositor: FRAN LASUEN GABILONDO.
(Uno de los músicos con más trayectoria del País Vasco. Tras su paso por Oskorri su carrera en solitario está llena de buenas vibraciones que se materializan en excelentes
discos y actuaciones en directo).


La canción es interpretada por AURA KUBY Y SU GRUPO. (En sus canciones emplean melodías extraídas de la tradición cántabra, buscando su punto de unión con otras históricamente relacionadas, como la música popular cubana, entre otras).


martes, 7 de octubre de 2008

viernes, 8 de agosto de 2008

La muerte del hijo del guerrillero / 3 (dedicado a Ismael Gómez San Honorio).


JUAN G. BEDOYA / Alerta / 8 de agosto de 2008.
«Te contaré que una semana antes de su fallecimiento, Ismael se sintió de repente con fuerzas, dicen que es la mejoría que anuncia la muerte. Hacía tiempo, le había buscado una silla de ruedas y se lo pasaba en grande, disfrutando de los autobuses urbanos con rampa, acompañado de sus hijos. Pues el domingo de esa ‘semana de mejoría’, el 13 de julio, decidió ir a enseñarles su pueblo, Abanillas, y, como no, Las Carrás, donde nació Bedoya. Me llamó emocionado: «¡Estoy en las Carrás! ¡Y han hecho una canción a Juanín y a mi padre!».

Habían pasado por San Vicente, a comprar algo. Era fiesta. De repente, les pareció escuchar a lo lejos el estribillo de una canción que nombraba a Juanín y Bedoya. Se acercaron, sorprendidos. Cuando terminó la canción, Ismael se aproximó al templete y les habló a los músicos. Acabó llorando hasta el apuntador. Lloraron los músicos, lloró Ismael. La balada a Juanín y Bedoya la canta Aura Kuby. Puedes encontrarla y escucharla en internet. A Ismael le pareció una tonada alegre, a mí se me ha quedado como una canción triste. La oí por primera vez en la cocina de su casa, instantes después de que retirasen su cuerpo camino al tanatorio. De todos modos, me gusta escucharla. Por el estribillo y por lo feliz que le hizo».

Me cuenta todo esto Antonio Brevers a vuelta de un correo en el que le pido detalles sobre el entierro del hijo del guerrillero. A la misa de Abanillas por Ismael acudieron algunos vecinos que conocieron a Leles, su madre. Apenas le quedaban familiares en España. Asistió también Miguel Ángel González Vega, el alcalde de Val de San Vicente, socialista y gran amigo de la madre del hijo el guerrillero. Leles está enterrada en Buenos Aires y Paco Bedoya en Ciriego, en el mismo nicho que su cuñado José San Miguel (nave oeste, 10 norte, fila 3ª, nª 28). Fidel Bedoya trasladó allí los restos de su hermano, a finales de los años 70, cuando le fue permitido llevárselos de Santoña, donde había sido enterrado por sus asesinos sin ataúd, como un perro, junto al muro exterior del cementerio.

jueves, 7 de agosto de 2008

La muerte del hijo del guerrillero / 2 (dedicado a Ismael Gómez San Honorio).


JUAN G. BEDOYA / Alerta / 7 de agosto de 2008.
La fundación Bruno Alonso debería seguir adelante con su idea del ‘museo del maqui’, en Señas, la cuna de Juanín Gómez, o donde sea. No hablo de la memoria que el Gobierno Zapatero llama ‘histórica’ (como si hubiera otro tipo de memoria que no sea la histórica), sino de justicia. Por qué se echaron al monte, qué habían hecho aquellos muchachos para ser apalizados cada tarde tras volver de sus trabajaos forzados, quiénes eran, cómo resistieron, cómo murieron y cuántos inocentes sufrieron los efectos colaterales). Pero estaba contándoles la muerte, hace unos pocos días, de Maelín, Ismael Gómez San Honorio, el hijo del mítico guerrillero Francisco Bedoya. Mercedes San Honorio lo parió en Abanillas en 1947 y se fue a Argentina dos años más tarde, huyendo de la quema, como suele decirse, dejando al chiquillo al cuidado de la madre de Bedoya, Julia Pérez.

Entre los bonitos juguetes de madera que Paco Bedoya tallaba para su hijo en las brutales cárceles que habitó antes de echarse al monte hubo un estuche que hizo llegar a la novia Leles a Buenos Aires. A finales de 1952 Ismael también viajó, con apenas cinco años, a América a reencontrarse con la madre. Así fue como perdió su historia familiar. Sin apenas información sobre el padre, ni facilidades para conseguirla, cincuenta años después de la muerte de Bedoya, Maelín vuelve a España. En 1999 lo hará por última, con el estuche de madera, cartas y algunas fotos del padre, siempre buscando respuestas y detalles. Ese año conoce a Antonio Brevers, que ya estaba investigando para su libro ‘Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros’, y se hicieron grandes amigos.

El hijo del guerrillero murió el 24 de julio pasado, rodeado de sus hijos Magali y Fernando, (tuvo cinco, pero tres siguen en Argentina). Sus cenizas fueron esparcidas en el mar, en un rincón de la costa de Cóbreces. El lugar se llama Volao. «Ismael y yo habíamos estado allí en varias ocasiones, siguiendo los pasos de Juanín y Bedoya. Le encantaba el sitio. Allí, acompañado de mi mujer y de sus hijos y de los míos, lancé las cenizas de Ismael al Cantábrico, como él quería. La tarde era preciosa», dice Brevers, emocionado.

miércoles, 6 de agosto de 2008

La muerte del hijo del guerillero / 1 (dedicado a Ismael Gómez San Honorio).


JUAN G. BEDOYA / Alerta / 6 de agosto de 2008.
Soy un lebaniego crecido entre montañas donde los chiquillos teníamos más miedo a la Guardia Civil que a los bandidos del monte. Recuerdo la tarde, al anochecer, en que mataron a Juanín, a unos tres kilómetros de mi pueblo. Juanín era casi vecino y tenía la edad de mi padre, año arriba o abajo. Su casa sigue en pie, ruinosa, en Señas. Hace un par de años estaba en venta, cuando subimos hasta allá Ramón Viadero, Jesús Gutiérrez Morlote, José Manuel Cano y otros patronos de la Fundación Bruno Alonso con la idea de abrir allí una especie de ‘Museo del Maqui de Cantabria’. Bien se lo ganaron aquellos guerrilleros, si hago caso a mis recuerdos de infancia. Cuando yo era niño, ‘los del monte’ eran personajes misteriosos y rebeldes, sobre los que, según en qué cocinas, se nos contaban historias heroicas o terribles. Los jefes de la guardia entonces bastante incivil iban por los pueblos a caballo, la imagen del abuso, y obligaban a los vecinos a entrar con horcas en los pajares. «Pincha ahí, y ahora allí...», ordenaban, inmisericordes. Los vecinos estaban, en el mejor caso, atrapados entre dos fuegos.

En el pueblo me siguen llamando Juanín. Me apellido, de segundo, Bedoya. Y encima dicen que soy ‘rojo’. Imaginen. No me pierdo un buen libro sobre la guerrilla antifascista de los años 40 a 60 del siglo pasado. El de Antonio Brevers (‘Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros’. Cloux Editores. 2007) es el último y más completo.

Brevers me envió hace unos días, por móvil, este mensaje: «Acaba de fallecer Maelín». Maelín era Ismael Gómez San Honorio, el hijo del guerrillero Francisco Bedoya. Su madre, Mercedes San Honorio, lo tuvo en Abanillas el 19 de octubre de 1947, pero hubo de dejarlo en Las Carrás a cargo de la abuela paterna, Julia, para escapar en 1949 de la asfi xia policial camino de Argentina. Maelín acudía con la abuela a visitar a su padre a la prisión provincial de Santander o a la cárcel de Fuencarral, en Madrid. Y Bedoya le tallaba maravillosos juguetes de madera. Poco más tarde se echó al monte, a por la libertad. Mañana les cuento.

jueves, 31 de julio de 2008

"Juanín y Bedoya ya son tres" (dedicado a Ismael Gómez San Honorio).

Norberto García / Rakeros / 31 de julio de 2008
Me van a permitir que ésta sea una caverna diferente. Ustedes saben tan bien como yo, que siempre comienzo con aquello de …”Hasta mi caverna han llegado estos días los ecos de …” Pues esta vez no. Hasta mi caverna no ha llegado ningún eco sobresaliente sobre el fallecimiento de Ismael Gómez Honorio, persona para muchos casi anónima, pero para algunos personaje que con todo honor ha entrado en la leyenda por ser el hijo del famoso Bedoya, aquel mítico guerrillero antifranquista que junto a Juanín protagonizó la más épica de las historias de los maquis de la posguerra española.

La historia de Ismael, Maelín, se escribió desde su inicio con tintes de tragedia y sobresalto. Con cinco años tuvo que huir junto a su madre Leles a la lejana Argentina para evitar las represalias de la Guardia Civil por ser el hijo del joven emboscado, protagonista de mil y una aventuras, y acusado públicamente por el régimen de crímenes y asaltos por doquier. (Por cierto, nada más reparador para su persona y para la justicia histórica, que el magnífico libro de Antonio Brevers “Juanín y Bedoya: los últimos guerrilleros” que le restaura su perfil humano lleno de sensibilidad. Algo que la interesada prensa del momento se empeñó en adulterar).

Es pues la crónica de un obituario. El adiós de un ser entrañable. La tarde del veinticuatro de julio un mal injusto y cruel le empujó para siempre hacia otro lugar. Tuvo que ser en verano cuando el calor separa las cosas, las aleja y las arrastra. No hay necesidad de ser pintor para dibujar una sonrisa en un rostro triste, pero en mis ratos de ocio y con los pinceles de mi corazón, le pintaré con barba blanca y prominente calva; con su serenidad, con su aspecto afable y con kilos de bondad para dar y tomar. Su marcha nos empapado la emoción en agua, y con la angustia de su ausencia parece como que cuesta más respirar. Ismael corrió demasiado los últimos días para llegar primero a ese lugar donde las flores son de mil colores y los atardeceres rojos nos recuerdan que la vida no es más que un conjunto de tirones hacia delante y hacia atrás.

Desde hoy, Ismael dormirá cada noche encamado entre los helechos del Saja, en los abrigos rocosos de la Sierra del Escudo y tendrá su casa en el Monte Corona, junto a su padre y a Juanín. Por eso se dio tanta prisa en marchar. Fueron muchos años persiguiendo una historia que entre todos le ocultaron y que inexorablemente le devolvía a su niñez. Una historia que, su amigo Antonio Brevers (un hijo para él), le supo contar con el cariño de la mejor abuela, paso a paso y con mucha ternura. Una historia, la de su padre, que le encendía el brillo de los ojos con tanta fuerza que le hacía emocionarse con frecuencia y querer saber un poco más, para quererle un poco más cada día. Fueron muchos años sin tenerle y había que recuperar el tiempo perdido.

Cuando su padre fue abatido a tiros, como un animal, aquél dos de diciembre del cincuenta y siete en el monte Cerredo, le dejó marcado un rastro para reunirse con él, con su Maelín, y surcar juntos, algún día, todos los caminos sin tener que huir de nadie. Sólo por el puro placer de amanecer abrazados en cualquier altozano o sentarse a comer al lado de un río de aguas frías y cristalinas.

Dicen los ciervos de Palombera, los urogallos de Saja y las ardillas de Liébana que la sombra de Juanín y Bedoya sigue vagando por sus bosques día y noche. Que se dejan ver casi a diario entre hayedos y robledales, pero que un niño juguetea a su lado y que la mano del Bedoya aprieta fuerte la de un chavalín feliz.

Juanín y Bedoya nunca se fueron del todo, pero ahora ya son tres.

jueves, 17 de julio de 2008

Presentación cruzada de "Juanín y Bedoya" en la 21 edición de la Semana Negra de Gijón.

De izquierda a derecha, Paco Ignacio Taibo II (fundador de la Semana Negra), Juan carlos Arce, Juan Ramón Biedma y Antonio Brevers

A Quemarropa / 17 de julio de 2008.
La Semana Negra miró ayer hacia atrás para recordar ediciones pasadas. La utilidad de la literatura, el mal, los monstruos, los protagonistas… Durante los últimos años el festival literario se ha fijado en un solo tema para exprimirlo al máximo y después obtener conclusiones. En la tarde de ayer dos autores se acercaron a la carpa de encuentros para presentarnos sus obras, ambas ambientadas en la Guerra Civil española. Si hace un par de años, Paco Ignacio Taibo II quiso desempolvar esas historias que muchos otros fueron ocultando bajo la alfombra, en la jornada de ayer hubo de nuevo tiempo para pasar la aspiradora. Así, el propio Director de la SN y Juan Ramón Biedma realizaron una presentación cruzada de Juanín y Bedoya, los últimos guerrileros, de Antonio Brevers y de La noche desnuda, de Juan Carlos Arce.

Mientras Taibo II recordaba que Juanín y Bedoya eran dos combatientes republicanos de poca trascendencia, pero su voz es conmovedora, es la voz del pueblo, Biedma aseguraba que Antonio Brevers tiene una gran virtud como escritor, y es que plantea maravillosamente los enigmas. Su obra es el cuaderno de campo de una búsqueda, abre numerosas incógnitas y por eso el libro contiene las claves del thriller más abierto. Antonio Brevers agradeció a la SN su invitación y la calificó de proyecto maravilloso. Después, habló de su libro. Juanín y Bedoya, los últimos guerrileros es un ensayo en el que Brevers demuestra una tremenda capacidad investigadora. El autor ha rastreado, preguntado y repreguntado para presentar la historia de la desesperada apuesta por la supervivencia de dos míticos resistentes en la España franquista de posguerra. En palabra de Brevers se trata de una historia cercana. Me he encontrado muchas veces al llamar a las puertas a gente con miedo, a gente que estaba todavía avergonzada porque su padre había sido bandolero. Esas personas no deben agachar la cabeza, deben estar orgullosos de lo que hicieron sus familiares. Asimismo, Brevers explicó como el propio hijo de Bedoya se marchó a Argentina con 3 años y como a los 18 su familia le seguía ocultando muchos pasajes de la vida de su padre. Con esta obra, Antonio Brevers consigue recordar, pero recogiendo las historias y los testimonios desde el lado más humano. La sucesión de relatos, las imágenes, la humanidad, la cercanía y la trama propia de la novela más negra dan forma a una obra sin duda no caerá en el olvido.

Y llegó el momento del cruce, del salto de una novela a otra. Tras Brevers, llegó el turno de Juan Carlos Arce, que resumió en poco menos de 15 minutos y ayudado por la chuleta cómo es La noche desnuda. El autor explicó que su novela está protagonizada por dos personajes notables que se cruzaron en la Barcelona de 1937, el autor británico George Orwell, que se alistó como aliado en el bando republicano y Andreu Nin, líder del POUM (Partido Obrero de la Unificación Marxista). Arce quiso comentar al público detalles de la vida de Nin y también de Orwell para que nada quedara en el aire. Nin fue hijo de zapatero y tuvo una vida singular. Vivió diez años en Moscú, formó parte del soviet, del partido comunista, pero en un momento dado Stalin le expulsó por decir lo que pensaba. Después llegaría a España para dirigir el POUM y fue incluso conseller en la Generalitat de Catalunya. Fue secuestrado, torturado, asesinado y después se ocultó su cadáver. Crueldad, desprestigio, muerte y olvido.

En cuanto a Orwell, el autor quiso destacar que llegó a España para luchar en el frente, para coger el fusil. Creía que debía ayudar a los republicanos a luchar contra el fascismo, pero luego se dio cuenta que la lucha no era sólo contra el enemigo fascista, sino también contra los que no estaban de acuerdo con Stalin. Y es que Orwell era militante del POUM, y allí coincidió con Nin. Tras el asesinato de Nin le tocó el turno a los militantes, a los que persiguieron, encarcelaron y en muchos casos asesinaron, aunque en un juicio que a priori podría parecer una pantomima, los jueces supieron ser independientes. Orwell no cayó en el frente a pesar de ser herido en el cuello, falleció en 1950 de tuberculosis. También de él queda su obra, como Rebelión en la granja y conceptos hoy modernos como Big Brother. La obra de Arce nos acerca a la médula de la reciente historia de España y nos golpea con saña en el cerebro para que seamos capaces de aprender de errores y actitudes pasadas, que aunque parezca ficción sucedieron muy cerca.

lunes, 14 de julio de 2008

El libro de Antonio Brevers en el programa de Carlos Sobera.

"Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros", en el programa "date el bote" de Carlos Sobera (ETB-Vasca).

viernes, 27 de junio de 2008

Antonio Brevers en el Foro por la memoria del Oriente Asturiano.

El Oriente de Asturias / 27 de junio de 2008.
El Foro por la Memoria presenta hoy la obra Juanín y Bedoya los últimos guerrilleros El Foro por la memoria del Oriente ha organizado para hoy un acto, que se celebrará a las siete y media de la tarde en la Casa de Cultura, en el que se presentará el libro Juanín y Bedoya los últimos guerrilleros, obra del investigador cántabro Antonio Brevers.

Juanín y Bedoya los últimos guerrilleros ha sido respaldado por el Gobierno de Cantabria. Prologado por cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, cuenta con impresionantes testimonios gráficos.

domingo, 15 de junio de 2008

Charla en Udías organizada por la Asociación de Mujeres.

Pueblos de Cantabria / 15 de junio de 2008.
La Asociación de Mujeres del valle de Udías, con la colaboración de la Asociación de vecinos Sel del Haya, puso en marcha una charla sobre los míticos “maquis” Juanín y Bedoya, “los últimos guerrilleros”.

La conferencia previa corrió a cargo de Antonio Brevers, quien acaba de editar, con gran éxito de ventas, un libro dedicado a estas personas que han marcado un hito apenas reconocido en la historia de nuestra región y cuya memoria histórica se comienza a recuperar.

La charla posterior estuvo muy amena y entretenida, compartiendo entre todos momentos de esa historia.

miércoles, 11 de junio de 2008

Ultimando el porgrama de la Semana Negra de Gijón.

Sociedad Mixta de Turismo de Gijón / 11 de junio de 2008.
Con el lema “Bajo las carpas está la arena”, hace alusión a su nueva ubicación de este año en las inmediaciones de la playa de Poniente Aunque aún falta un mes y el programa está ultimando los cambios e incorporaciones finales, la 21 Semana Negra ya ha confirmado la exposición Blacksad. Es la muestra de un cómic de los españoles Juan Díaz Canales (guión) y Juanjo Guarnido (dibujo y color), creadores provenientes ambos del campo de la animación. Se trata de una serie de la que han aparecido hasta el momento tres libros producidos por la editorial francesa Dargaud editados entre los años 2000 y 2005. Se trata de una historia de género negro protagonizada por animales humanizados y sucede en Estados Unidos en los años 50, al comienzo de la llamada Guerra Fría. La obra supuso desde el momento de su aparición todo un éxito internacional de público y crítica. Recibió los premios del Salón del cómic de Anguleme, en Francia y el premio Harvey en Estados Unidos. La exposición sobre Blacksad de la Semana Negra 2008 incluye las páginas ya acabadas (realizadas a color directo), y bocetos, páginas a lápiz o pruebas de color; dando una buena muestra de lo que fue el proceso original de creación. Se han confirmado 4 de los 9 conciertos que se realizarán a partir de las 22:30 en el nuevo escenario de la Semana Negra: • Michelle McCain • Nuberu • Avalanche • Oysterband Dos libros aparecidos en los últimos meses sobre la guerra civil y sus secuelas serán presentados en Gijón, lo de Antonio Brevers: Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros y Juan Carlos Arce: La noche desnuda. La Guerra Civil española fue ya la protagonista de la Semana Negra en 2006. Una novedad importante será la exposición dedicada a reproducir la batalla de Gaugamela, protagonizada por Alejandro Magno, con millares de soldados de plomo. La haremos en colaboración con el Museo L´iber de los soldaditos de plomo de Valencia y las intervenciones de José Ángel Mañas y Javier Negrete. Otra novedad será una nueva carpa dedicada al mundo audiovisual: largometrajes, microcortos, documentales audiovisuales, que se sucederán a toda velocidad, atrayendo a públicos interesados y casuales. Más de 150 escritores invitados; un centenar de periodistas acreditados procedentes de casi toda España y de países como Francia, México, Italia, Grecia, Argentina, Venezuela, Estados Unidos o Colombia; música variada son algunos de los aperitivos de la semana más larga del año Más información en www.semananegra.org

miércoles, 28 de mayo de 2008

Avance de contenidos de la Semana Negra de Gijón.


La Voz de Asturias / 28 de mayo de 2008.
El cómic y la música también tendrán un espacio importante en la 21 Semana Negra. El subdirector del certamen, Angel de la Calle, explicó que se organizarán dos exposiciones, una de ellas sobre la obra de Blacksad, de Guarnido y Canales, y una más que, en la actualidad, se está negociando. Entre otros, se contará con la presencia de autores como Carlos Giménez, Mariel Soria, D´Israeli o Michael Gaydos. Del apartado musical, Taibo no quiso adelantar más que tienen dos conciertos cerrados, uno de ellos de un grupo "conocido" que quiere grabar un disco en director en el certamen.

Entre otros libros, se presentarán el de la mexicana Sanjuana Martínez, Manto púrpura, sobre pederastia en la Iglesia, y dos sobre la guerra civil de Antonio Brevers, Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros, y Juan Carlos Arce, La noche desnuda. Se mantendrá, además, el formato de tertulias, que versarán sobre la idea del mal y habrá una nueva carpa para proyecciones.

domingo, 18 de mayo de 2008

Antonio Brevers y su libro en el País Semanal.


JESÚS RUIZ MANTILLA.

Se mueven entre el mito y la leyenda negra. Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros que resistieron al franquismo en los montes de Cantabria, fueron héroes populares entre el silencio de la represión. Un libro clarifica su historia.

Los niños de todas las comarcas que circundan el recóndito y hermoso valle de Liébana, en Cantabria, han jugado desde hace décadas a Juanín y Bedoya. Se mofaban de los cercos que les tendían los supuestos guardias, y quedaban para el arrastre después de un pillo que te pillo en los bosques y los prados donde correteaban tiroteándose de mentira. Pero la bárbara resistencia de estos dos guerrilleros que se echaron al monte para luchar contra el franquismo –los últimos en la Península– fue de todo menos una broma.

A Juan Fernández Ayala, la vida le dio cuatro cosas: un instinto casi animal para la supervivencia, su proverbial tozudez, el idealismo de los irredentos y muchos palos. En cambio, a Francisco Bedoya Gutiérrez le tocaron en gracia otros atributos: un corpachón de gigante homérico, un corazón sensible, una habilidad extrema para tallar juguetes de madera y algunos palos más que a su compañero Juanín.

El destino tuvo la mala idea de unirles para echarse al monte en plena dictadura. Su vida como fugitivos fue tan grandiosa que al convertirse España en un país normal acabaron colgándose la medalla de las leyendas. Pero llevaban también encima muchas manchas, muchos interrogantes sin resolver. La sombra que más ha ensuciado su aventura ha quedado ahora despejada.
Hasta la fecha, muchos fueron los que creyeron la historia oficial: que Juanín acabó acribillado en una cuneta por disparos de Bedoya. Por la espalda. Incluso la familia Fernández Ayala llegó a sostenerlo tras la muerte de Franco. Pero la jugarreta de la traición ha quedado enterrada gracias a un libro que reconstruye la vida de ambos: Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros (Cloux Editores), de Antonio Brevers.

Tirando del hilo durante ocho años de su vida, Brevers ha despejado muchos interrogantes. De paso, este psicólogo metido a escritor, que era de los niños que mataban las horas con el juego de los guerrilleros en Torrelavega, ha ejercido toda una justicia histórica: “Quería que el libro tuviera una dignidad, incluso en su formato, con tapa dura. Son personas que han sufrido mucho, familias que han vivido la vergüenza como norma. Que ahora se reivindique la figura de ambos y su historia como una de las atrocidades del franquismo es muy importante para todos ellos”.

El interés por esta tragedia, que ha ido acrecentando su mito en la memoria popular, ha saltado de inmediato. El libro, sólo en Cantabria, ha vendido 10.000 ejemplares. Allí se ha editado con la colaboración del gobierno regional, pero ahora se está distribuyendo por toda España. La gente desea saber. Desde los familiares de los guerrilleros hasta quienes sufrieron sus secuestros o atracos por supervivencia. Desde los vecinos próximos hasta los niños que crecieron viendo cómo a sus mayores se les metía en el cuartel y se les zurraba por la mera sospecha de que les hubiesen proporcionado comida.

Pero la necesidad más justificada de indagar en los hechos es, para Brevers, la de Ismael Gómez San Honorio, Maelín, el hijo de Francisco Bedoya, con quien el fugitivo no logró volver a unirse en vida nunca más desde que se echó al monte. La historia de Maelín es de las que de por sí merecen ya un libro. Cuando éste era un niño, en Argentina, encontró una caja que guardaba el secreto que su madre le ocultó: la identidad de su verdadero padre.

Ismael llegó a visitarle en la cárcel cuando era muy pequeño, pero tenía un recuerdo demasiado borroso de aquel hombre que le regaló un camión de madera tallado por él. El futuro de su padre era demasiado incierto como para que su abuela no decidiera embarcar al niño hacia Argentina junto a su madre, Mercedes San Honorio Pérez, Leles. Ella había rehecho su vida en América.

Todo el pequeño pasado de Maelín quedó también extirpado hasta que descubrió aquel cofre. En él, Leles guardaba las cartas de Paco Bedoya desde la cárcel, escritas antes de echarse al monte, y un recorte de prensa en el que se contaba su caída. Ese mismo cofre con los secretos le fue entregado a Brevers para que escribiera su libro. Pero la historia comienza antes. Con Juanín...

Cuando Franco ganó la guerra, a los derrotados les cabían tres opciones: aguantar y agachar la cabeza, huir al extranjero o liarse para resistir en el monte. Juan Fernández Ayala nunca fue de buen conformar. Más si, además, junto a la desesperación de ver cómo su país se pondría bajo las botas de los vencedores, tenía que aguantar palizas a diestro y siniestro. Así que decidió resistir. Atrás habían quedado los tiempos más dulces, pocos, como recuerda en un testimonio del libro Virginia Sierra, que le conoció: “Corrían malos tiempos y no teníamos prácticamente nada. Las muñecas eran de trapo, y las pelotas, de corteza de abedul. Pero éramos felices”. La guerra, en la que él combatió junto a los republicanos, lo echó todo a perder. Pero aún más dura fue la derrota, la represión que llegó de sopetón.

Juanín cumplió cárcel, fue uno más de los prisioneros que abarrotaban la plaza de toros de Santander o la prisión improvisada de Tabacalera. Pocos hubiesen dicho entonces que años después iba a volver loca a la Guardia Civil, a los servicios secretos y a los jerifaltes del régimen. Al salir, en 1942, fue incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos, y meses después había decidido enrolarse en la Brigada Machado, la desperdigada por los Picos de Europa.
Mientras Juanín iba marcándose de cicatrices, nada apuntaba a que Paco Bedoya acabaría como él. Era más joven que Juanín, ni siquiera había combatido en la guerra por la sencilla razón de que entonces no era más que un niño. Había nacido en Serdio el 26 de mayo de 1929. Iba para carpintero, aunque tenía más bien dotes de ebanista. Eso, unido a que cantaba como un Caruso, daba prueba de que bajo su corpachón se escondía un alma sensible.

Mercedes san Honorio, Leles. Novia de Francisco Bedoya con quien tuvo a su hijo Ismael

A Juanín le conoció Bedoya de casualidad. Cuando se presentó un día en su casa para recabar apoyos. Tampoco era raro verle de medio incógnito por el pueblo, y el líder guerrillero acabó fijándose en el chico. Estaba hecho un lío, sin saber qué hacer con la que se le venía encima personalmente. Había tenido un hijo con su novia, Leles, y debía espabilar.

En la figura de Juanín, Bedoya encontró a un padre. Congeniaron pronto. Al más joven le hacían gracia las imitaciones que improvisaba Juanín, y a éste le caía bien el aspirante a estrella de la canción. Soñar ha sido siempre gratis, y Bedoya no se perdía jamás la emisión por radio de Fiesta en el aire, el Operación triunfo de la época, que escuchaba con los amigos por el aparato Telefunken de la taberna de Alfredo.

Mientras España escapaba de ese presente mísero como podía, los guerrilleros de los Picos de Europa andaban a otras cosas. Su dilema era matar a Franco o no matarle. El caudillo se paseaba por la zona a menudo para pescar a poder ser el campanu, como se conoce al primer salmón de la temporada. Varios querían dar el golpe, pero entre los que se opusieron estaba Juanín. Para él, cometer el atentado poco cambiaría las cosas. Los suyos, sin embargo, lo pagarían como ratas. Entre tanto, los guardias aplicaban con celo varias detenciones preventivas e interrogatorios contra todos aquellos que no se sabe muy bien a qué se dedicaban por la comarca. En una de esas inspecciones, llevadas a cabo para que no hubiese problemas con el dictador, alguien delató a Bedoya. Estaba claro que el chico tenía contactos con la guerrilla y lo pagó.

Personalmente, aquello fue la gota que colmó el vaso a ojos de la familia de su novia. No les costó mucho convencerla para que se fuera a Argentina. El niño se quedaría con su abuela materna, pero poco después le enviaron allá. Bedoya, que era un tipo callado y taciturno, mataba el tiempo en la cárcel tallando juguetes de madera para Maelín y escribiendo a Leles. También leía. De todo menos novelas de Lafuente Estefanía y El Coyote. “¡Para leer eso, mejor sería que leyeseis el catecismo, mecagüen!”, escuchó él mismo decir a Juanín tantas veces.

Corría ya el año 1952 y Bedoya seguía en la cárcel. Le habían denegado alguna rebaja y empezaba a desesperarse. Pero hubo otro suceso que le afectó aún más. Le llegaron noticias de que su casa familiar había sido arrasada por las llamas con todo el ganado en el interior. Eso precipitó su fuga. Era el mayor desastre para los suyos.

El cerco se estrechaba. Las detenciones de familiares como anzuelo para la rendición eran la norma. Así que la madre y una hermana de Juanín, Avelina, acabaron entre rejas. “En lugar de que aquella medida le convenciera para mandarlo todo al traste, el guerrillero decidió quedarse e ir a por todas; era la única forma que tenía de proteger a su familia”, según Brevers. Fue entonces cuando comenzó la leyenda de Juanín y Bedoya como pareja. Cuando tuvo que organizarse un cerco que fue de los más impresionantes del franquismo: “Existía un subsector específico que comprendía Asturias, León, Cantabria, Palencia y Burgos, con un coronel al mando”, comenta Brevers. Aun así, costó cazarles.

La vida en el monte fue dura. Construían refugios en varios lugares, aunque se perdían principalmente en Monte Corona. “Los chamizos estaban construidos con papel brea, una especie de tela asfáltica. Todo parecía ordenado, saneado, con sistemas de drenaje. Se convirtieron en auténticos ingenieros”, asegura el autor del libro.

¿Y quién pagaba todo aquello? Los robos, los secuestros, los rescates… Bajaban a los pueblos y recaudaban con quienes sabían que no iban a tener muchos problemas económicos. Eran una especie de mezcla entre Robin Hood y el bandido Fendetestas, el personaje de El bosque animado, incapaz de hacer daño. De aquí cogían unos panes y unos chorizos, de las tiendas; un pedido con comida para unos días. Disparaban si se veían acosados. Y se vieron, pero 14 veces burlaron el cerco. “Incluso invitaban a los guardias de incógnito a café y les dejaban una nota”. Descaradas, como ésta. “Yo, Juanín, tengo el honor de invitar a café al capitán de la Guardia Civil de Potes, y que le aproveche, como a los pajaritos los perdigones”. Se les tenía respeto, admiración y miedo entre los guardias. “Cuando subían a vigilar por el monte iban fumando o silbando para que se dieran por aludidos y no les hicieran nada”, dice Antonio Brevers.

Pero tanto tiempo haciéndole jugarretas al destino no podía durar mucho. La prensa internacional se hacía eco de sus hazañas, y se negoció incluso, por medio de don Desiderio, párroco de la zona, la salida de Juanín a Francia. Finalmente, el cura no se fió de las autoridades. Sabía que le matarían, como ocurrió después. Fue fortuitamente, durante una guardia. Uno de los vigilantes vio moverse algo, disparó y alcanzó al guerrillero. “No supo ni que había matado a Juanín, se dio cuenta más tarde”, comenta el autor. Bedoya iba detrás, pero no hizo nada, aunque todo se reconstruyera después para alimentar una mentira oficial que Brevers desmonta ahora.

Su compañero no tardó en caer. Fue siete meses después, en diciembre de 1957, tras una vida furtiva que duró, junto a Juanín, cinco años. Le emboscaron en la carretera cercana a Castro Urdiales, cuando escapaba a Francia, se supone. Un soplo propició su captura, y acabó tiroteado, como su amigo del alma, al borde de un arcén.

lunes, 5 de mayo de 2008

"Una rosa por los maquis".

Asistentes al acto convocado por la asociciación Archivo, Guerra y Exilio.

El Mundo / 5 de mayo de 2008.
Unas 120 perso­nas procedentes de toda la Penín­sula -Cantabria. Madrid, Asturias y Pais Vasco estuvieron especial­mente representadas-, han tributa­do un emotivo homenaje este fin de semana a todos aquellos lebanie­gos que en la posguerra se consti­tuyeron en guerrilla antifranquista. Los maquis. Por iniciativa de AGE (Asociación Archivo, Guerra y Exi­lio), organización que tiene como delegado en la región a Jesús de Cos, el acto consistió en la inaugu­ración de un monolito con los nom­bres de los guerrilleros y, de otro lado, en una comida al aire libre de los participantes.

Tras descubrir el monumento en la localidad de Bejes (Cillorigo de Liébana), y en un discurso tan bre­ve corno intenso, De Cos señaló que «en esta placa hay cuatro nom­bres que deberían estar en el pan­teón de los héroes ¿Por qué digo esto? Porque los cuatro, entre otros muchos, lucharon 3 años en Espa­ña, en la guerra civil, y otros 6 años en la resistencia francesa contra los nazis, y no contentos aún, vol­vieron a España con el propósito de ayudarnos en la liberación de nuestro país. Estoy hablando de Quintiliano Guerrero, de José Palo­mo, de Madriles y de Pin el Asturia­no».

«Pero no sólo ellos -añadió el portavoz de AGE-; todos los nom­bres que veis en este memorial han de ser considerados héroes: Ma­chado, Gildo... Hombres de una pieza, con una integridad moral y unas convicciones políticas indes­tructibles».

A partir de ahí. De Cos quiso también «dedicar un recuerdo muy especial a aquellos compañeros de la Brigada Machado que no figuran en esta placa porque no murieron bajo las balas de los represores», caso que concurre. resalió, en al­gunos milicianos como Mauro Roiz, Santiago Rey, José Marcos Campillo o Joaquin Sánchez Arias El Andaluz.
La fecha quedará grabada para la historia y permitirá recordar a generaciones venideras el queha­cer de unos cántabros que, un buen dia. optaron por echarse al monte para combatir a los que creían opresores.

La literatura ha sido su mejor aval. Esta misma semana, en el marco de la Feria del Libro, Antonio Brevers publicitaba su ensayo Juanin y Be­doya, Los últimos guerrilleros; un vo­lumen presentado en 2007 -10.000 copias vendidas- y en el que el autor recupera testimonios de testigos di­rectos y documentos ocultos en ma­nos privadas o institucionales, al fin desclasificados, que han servido pa­ra desvelar algunos misterios sobre el mito de los maquis. Todo ello pre­sentado como un relato cronológico donde la figura del guerrillero va más allá de la idea del refugiado bandolero y héroe maléfico. Eran personas muy comprometidas y con ideas muy claras».

viernes, 2 de mayo de 2008

Número uno de Cantabria en ventas durante el 2007, un año después, "Juanín y Bedoya" continúa en el ranking durante la feria del libro del 2008.

Los más vendidos de la feria del libro de Santander.

El Diario Montañés / 2 de mayo de 2008.
El ranking de libros más vendidos de la feria lo encabeza 'El juego del ángel', de Carlos Ruiz Zafón, y títulos que han contado con la presencia de sus autores como 'La ruta prohibida', de Javier Sierra, y 'La espina de la amapola', de Javier Pérez.

Los libros de temática cántabra tampoco se han quedado atrás y como ejemplos destacan 'Juanín y Bedoya', de Antonio Brevers, 'El viaje de Kanto' de Jesús F. R. Leal y 'Los guardianes del tabú', de Javier Lorenzo. [...]

jueves, 1 de mayo de 2008

Antonio Brevers / El investigador ha vendido casi 10.000 ejemplares del libro "Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros".

Irene Sainz. / El Mundo / 1 de mayo de 2008.
No es un libro definitivo, “porque la historia se hace de otras historias y siempre, por suerte, puede surgir un nuevo dato sobre el que investigar”. No obstante, el ensayo de Antonio Brevers Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros, ha logrado recuperar testimonios de testigos directos, protagonistas de la historia que ahora han compartido su experiencia con libertad y documentos ocultos en manos privadas o institucionales, al fin desclasificados, que han servido para desvelar algunos misterios sobre la figura mítica de los maquis.

El ensayo surge de los ecos de aquellos relatos orales de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Historias que se contaban en voz baja y que hablaban sobre esos “mitos vivientes”, que aparecían unas veces como “protectores de los humildes y perseguidos”, ingeniosos y burlones duendes del bosque”, según describe Manuel Gutierrez Aragón, quién colaboró con Antonio Brevers en la producción del documental La memoria recobrada.

La capacidad investigadora del autor y el impresionante trabajo de recopilación de documentación gráfica, unidos al atractivo y misterio inherentes a la figura de los guerrilleros, han logrado que el ensayo de Brevers, presentado de forma oficial en julio de 2007, haya vendido en menos de un año casi 10.000 ejemplares, 8.000 de ellos en Cantabria, “todo un éxito, teniendo en cuenta el tamaño de la región”.

Antiguos maquis, familiares, secuestrados por la guerrilla, policías y guardias civiles, han aportado su versión de los hechos para construir un relato donde las circunstancias que rodearon la muerte de Juanín y Bedoya, la supuesta traición del segundo y el papel que jugaron en aquel entonces los protagonistas de la historia, conforman el hilo conductor. El ensayo se presenta como un relato cronológico, donde a través de ambos personajes históricos se descubre “una ideología, un modo de vivir y a otros guerrilleros que fueron tan importantes como aquellos”.

El relato de Brevers permite apreciar que la figura del maquis va más allá de la idea del “refugiado bandolero y héroe maléfico. En realidad, eran personas muy comprometidas y con ideas muy claras”.

El autor presentó el ensayo en el círculo de Bellas Artes de Madrid el pasado lunes. Allí acudieron, entre otros, familiares de Quintiliano Guerrero, “El tuerto”. Brevers cuenta que una de sus sobrinas le comentó que aquella era la primera vez que alguien hablaba bien en público de su tío. Y eso es lo más importante para Antonio, aportar el lado humano de personas que “fueron maltratadas por la vida y por la historia”.

“Los maquis no eran simples bandoleros refugiados en el monte, eran gente comprometida con sus ideas”.

jueves, 24 de abril de 2008

Conferencia en el Centro Cultural de Hinojedo.

El Diario Montañés.
El escritor Antonio Brevers disertará sobre su última obra Jueves, 24 de abril de 2008.-
El Centro Cultural San Saturnino de Hinojedo celebrará mañana viernes, a las 19.30 horas, la fiesta del Día del Libro que este año contará con la presencia del escritor Antonio Brevers quien presentará a los asistentes su última obra Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros.
El libro de este escritor torrelaveguense está prologado por el director cántabro de cine Manuel Gutiérrez Aragón y constituye un ensayo épico fruto de una exhaustiva investigación basada en el estudio de documentos judiciales, policiales y privados. Antonio Brevers es Licenciado en Psicología y experto en la evolución social de la posguerra española del 37 y en el fenómeno antifranquista en particular.
Tras la presentación del libro la organización tiene previsto realizar un sorteo de libros entre todos los asistentes y posteriormente se ofrecerá un vino para finalizar la jornada cultural

martes, 22 de abril de 2008

Un ensayo de Antonio Brevers recoge toda la verdad de Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros cántabros.

Manuel Gutiérrez Aragón junto a Antonio Brevers con los Picos de Europa de fondo.

El Mundo / 22 de abril de 2008.
Los míticos guerrilleros antifranquistas Juanín y Bedoya resucitan en un libro del escritor cántabro Antonio Brevers, que en tan sólo unos meses ha alcanzado su tercera edición con 10.000 ejemplares vendidos en el norte de España, informa Efe en nota de prensa.

Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros (Cloux editores) narra la desesperada apuesta por la supervivencia de dos míticos resistentes de la España de posguerra, en un trabajo para el que su autor ha empleado miles de documentos y cientos de entrevistas.

Arropado por amigos y familiares de guerrilleros y guardias civiles que colaboraron en el desarrollo del libro, Antonio Brevers (Torrelavega, 1960) afirmó ayer durante la presentación que con esta obra pretendía “hacer historia, recoger testimonios y presentarlos de manera honesta).

Juan Fernández Ayala, el Juanín, y su compañero Francisco Bedoya Gutierrez se convirtieron en los 50 y 60 en mitos para los niños cántabros, que jugaban a ser guerrilleros.

Sin embargo, aunque su historia parezca “de novela de aventuras”, como la describe Manuel Gutierrez Aragón -prologuista del ensayo-, el final de la pareja de guerrilleros fue trágico.

La familia de Juanín pensaba, hasta que Antonio Brevers avanzó en sus investigaciones, que el maquis que estuvo más años “echado al monte” habrá muerto traicionado por Bedoya.

Gutiérrez Aragón, quien también ha estado presente en el acto, ha señalado que el libro plantea, en una “visión extremadamente humana”, una doble “reflexión histórica sobre los últimos luchadores de la libertad y sobre la supervivencia”.

La labor de investigación mantuvo ocupado a Brevers durante ocho años. En todo este tiempo, el autor de Juanín y Bedoya ha estimulado “los recuerdos y las ganas de contar de la gente”.

“Existían tabúes y muros de silencio que eran más fáciles de romper por una persona externa que por familiares”, ha declarado Brevers. El autor ha recurrido a testimonios de antiguos guerrilleros, enlaces, víctimas de asaltos y secuestros, miembros de la Guardia Civil, etc.

Juanín y Bedoya en el Bellas Artes.

JUAN G. BEDOYA / Alerta / 22 de abril de 2008.
El general Queipo de Llano, el bruto que ordenó matar a García Lorca («que le den café, mucho café»), llamaba a Franco Paca la Culona. Un hombre «egoísta y mezquino», según el virrey de Andalucía, gran matarife también. Lo cuenta Paul Preston en El Gran Manipulador. Es un buen libro, sin duda, otro desvelamiento de la historia que menos me gusta (qué conmilitones: lo peor del género humano: el resentimiento de los vencedores). Pero no dejen de leer antes Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros. Lleva en las librerías de Cantabria un año, y se han vendido 10.000 ejemplares. Ayer se presentó en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes. Allí escuché a su autor, Antonio Brevers, sabiamente introducido por Manuel Gutiérrez Aragón y Norberto García.

Subrayo con intención lo del Bellas Artes. Al Palacio Real o al de la Moncloa llevaría yo este libro, con su épica a cuestas. Elogio de perseguidos, supervivientes, luchadores por la libertad, fugitivos de la brutalidad. Muchos testigos de la tragedia de estos dos mitos de la imposible resistencia al franquismo brutal han muerto; otros están agotados de vivir, como Ismael, el hijo de Francisco Bedoya. No pudo acompañarnos ayer, pero lo desvelado por fin, junto a Brevers, la historia de su padre, 50 años después de caer asesinado Bedoya a manos de la Guardia Civil en una carretera sembrada de fantasmones y traidores.

Cada verano me paro un minuto en el exacto lugar donde mataron a Juanín en 1957, sobre el molino de la Vega, a donde íbamos de chicos en burro con los sacos de trigo cosechado en casa. Hoy es un camping para turistas, y en mi pueblo, igual que en el de Juanín, ya no hay tierras de pan llevar, sino pastos para las vacas maltratadas por Revilla. Memoria de niño. «No dejéis de cantar o silbar», decían los padres cuando salíamos de noche. Por si nos confundían con los emboscados aquellas gentes sombrías de Paca la Culona. El gran Gutiérrez Aragón recordó ayer el triste verso de Gil de Biedma: «De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España porque termina mal».

Presentación de "Juanín y Bedoya" en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Cantabria Liberal / 22 de abril de 2008.
El investigador cántabro Antonio Brevers desvela en 'Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros' (CLOUX editores) la historia de supervivencia y el "misterio de la muerte de los dos guerrilleros maquis". El libro, que ya va por su tercera edición en Cantabria, se publica ahora para el resto de España.

El cineasta cántabro Manuel Gutiérrez Aragón, que acompañó a Brevers en la presentación del libro hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, aseguró que "para los que de niños vivimos en Cantabria en los años 50 y 60, Juanín y Bedoya se habían convertido en dos mitos vivientes que mirábamos con miedo y fascinación".

El cineasta, que también ha colaborado en el prólogo del libro, se lamentó de que en España no se pudiesen narrar las cosas cuando suceden, "como en este caso del que sólo se hablaba en voz baja", y que cuando pasa el tiempo parece desfasado hacerlo. Para Gutiérrez Aragón, el interés de este libro reside en los testimonios de gente que, según él, "luchó por la libertad" y en la posibilidad de "poder acceder al drama personal que aparece cuando desaparece la historia colectiva y que Brevers ha sabido recuperar".

NECESIDAD DE SABER Y HACER SABER.
Brevers ha tardado varios años en reunir la información y, sobre todo, en convencer a los testigos para que hablaran libremente. La investigación --dijo Brevers-- ha querido tener en cuenta todos los puntos de vista, "los de un lado y los del otro". Con tal fin, preguntó sobre los hechos a miembros de la Guardia Civil y de la Policía, a antiguos confidentes y a personas que coincidieron en el tiempo con los dos maquis. "Al final, la historia de los guerrilleros es una aventura personal llena de episodios inconcebibles", apuntó.

El autor puntualizó que, al principio, empezó a recabar testimonios en viajes con su familia y que, más adelante, pensó que tenía que dar salida a este material "con el único objetivo de que la gente supiese qué es lo que sucedió de verdad". Brevers hizo un símil con la última película de Aragón, 'Todos estamos invitados', alegando que su libro "también recoge una historia muy dura pero llena de valentía" con la que intenta que el lector se haga la misma reflexión que el cineasta plantea en su film, que es "cuál sería su actitud de verse inmerso en esas circunstancias".

Uno de los casos que parecen más irreales --comentó el autor--es el del propio hijo Francisco Bedoya, Maelín, al que se le ocultó la identidad de su padre y que con 50 años descubrió de quién se trataba por unos recortes de periódico y cartas guardadas en su casa en Argentina donde residía". Su familia negó su origen y él vino a España a conocer quién era realmente su padre. Brevers tuvo "la gran oportunidad" de dar con él y comunicarle que, en contra de lo que mucha gente cree, "su padre no traicionó ni asesinó a su compañero, Juan Fernández de Ayala 'Juanín'".

Ante la imposibilidad de recopilar todo el material del que disponía el investigador, éste ha creado una página web, www.juaninybedoya.es, en la que se puede consultar material complementario al del libro con más fotos, mapas y documentación.

Presentación de "Juanín y Bedoya" en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

La obra de Antonio Brevers se edita ahora en el Estado tras alcanzar su 3ª edición

Noticias de Navarra / 22 de abril de 2008
MADRID. Los míticos guerrilleros antifranquistas Juanín y Bedoya resucitan en un libro del escritor cántabro Antonio Brevers, que en tan sólo unos meses ha alcanzado su tercera edición con diez mil ejemplares vendidos en el norte de España. Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros (Cloux editores) narra la desesperada apuesta por la supervivencia de dos míticos resistentes de la España de posguerra, en un trabajo para el que su autor ha empleado miles de documentos y cientos de entrevistas.

Antonio Brevers (Torrelavega, 1960) afirmó ayer que con esta obra pretendía "hacer historia, recoger testimonios y presentarlos de manera honesta". Juan Fernández Ayala, el Juanín , y su compañero Francisco Bedoya Gutiérrez se convirtieron en los años 50 y 60 en mitos para los niños cántabros, que jugaban a ser guerrilleros. El autor ha recurrido para la redacción del ensayo a testimonios de antiguos guerrilleros, enlaces, víctimas de asaltos y secuestros, miembros de la Guardia Civil, confidentes e inspectores de la Brigada Criminal y Político Social del Cuerpo General de la Policía.

Presentación de "Juanín y Bedoya" en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Noticias de Álava / 22 de abril de 2008.
Los míticos guerrilleros antifranquistas Juanín y Bedoya resucitan en un libro del escritor cántabro Antonio Brevers, que en tan sólo unos meses ha alcanzado su tercera edición con diez mil ejemplares vendidos en el norte de España. Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros (Cloux editores) narra la desesperada apuesta por la supervivencia de dos míticos resistentes de la España de posguerra, en un trabajo para el que su autor ha empleado miles de documentos y cientos de entrevistas.

Antonio Brevers (Torrelavega, 1960) afirmó ayer que con esta obra pretendía "hacer historia, recoger testimonios y presentarlos de manera honesta". Juan Fernández Ayala, el Juanín , y su compañero Francisco Bedoya Gutiérrez se convirtieron en los años 50 y 60 en mitos para los niños cántabros, que jugaban a ser guerrilleros. El autor ha recurrido para la redacción del ensayo a testimonios de antiguos guerrilleros, enlaces, víctimas de asaltos y secuestros, miembros de la Guardia Civil, confidentes e inspectores de la Brigada Criminal y Político Social del Cuerpo General de la Policía. >

Presentación de "Juanín y Bedoya" en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Antonio Brevers –a la derecha– acompañado por Manuel Gutiérrez Aragón durante la presentación del libro.

Los guerrilleros cántabros Juanín y Bedoya resucitan en un libro.

Alerta / 22 de abril de 2008.
El cineasta Manuel Gutiérrez Aragón acompañó a Antonio Brevers en la presentación de esta obra que se publica ahora para toda España.

El investigador cántabro Antonio Brevers desvela en ‘Juanín y Bedoya. Los últimos guerrilleros’ (CLOUX editores) la historia de supervivencia y el «misterio de la muerte de los dos guerrilleros». El libro, que ya va por su tercera edición en Cantabria, se publica ahora para el resto de España. El cineasta cántabro Manuel Gutiérrez Aragón acompañó a Brevers en la presentación del libro.

Los míticos guerrilleros antifranquistas Juanín y Bedoya resucitan en un libro del escritor cántabro Antonio Brevers, que en tan sólo unos meses ha alcanzado su tercera edición con diez mil ejemplares vendidos en el norte de España. ‘Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros’(Cloux editores) narra la desesperada apuesta por la supervivencia de dos míticos resistentes de la España de posguerra, en un trabajo para el que su autor ha empleado miles de documentos y cientos de entrevistas.

Arropado por amigos y familiares de guerrilleros y guardias civiles que colaboraron en el desarrollo del libro, Antonio Brevers (Torrelavega, 1960) ha afirmado durante la presentación que con esta obra pretendía «hacer historia, recoger testimonios y presentarlos de manera honesta». Juan Fernández Ayala, ‘El Juanín’, y su compañero Francisco Bedoya Gutiérrez se convirtieron en los años 50 y 60 en mitos para los niños cántabros, que jugaban a ser guerrilleros. Sin embargo, aunque su historia parezca «de novela de aventuras», como la describe el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón -prologuista del ensayo-, el final de la pareja de guerrilleros fue trágico. La familia de Juanín pensaba, hasta que Antonio Brevers avanzó en sus investigaciones, que el «maqui » que estuvo más años «echado al monte» había muerto traicionado por Bedoya.

Gutiérrez Aragón, quien también ha estado presente en el acto, ha señalado que el libro plantea, en una «visión extremadamente humana», una doble «reflexión histórica sobre los últimos luchadores de la libertad y sobre la supervivencia».

La exclusiva labor de investigación mantuvo ocupado a Brevers, asesor y documentalista de la posguerra, durante ocho años. En todo este tiempo, el autor de «Juanín y Bedoya» ha estimulado «los recuerdos y las ganas de contar de la gente». «Existían tabúes y muros de silencio que eran más fáciles de romper por una persona externa que por familiares», ha declarado Antonio Brevers.

El autor ha recurrido para la redacción del ensayo a testimonios de antiguos guerrilleros, enlaces, víctimas de asaltos y secuestros, miembros de la Guardia Civil, confidentes e inspectores de la Brigada Criminal y Político Social del Cuerpo General de la Policía.